Walakea fue el jefe de una tribu originaria de unas islas al este de Otaheite -con unas ruinas parecidas a las de Ponapé- en los Mares del Sur a mediados del siglo XIX. Walakea inició a Obed Marsh en el culto a Dagón y el conocimiento de los profundos, enseñándole conjuros y modos con los cuales tratar con "bestias marinas", las mismas que aparecían representadas en los objetos de oro que poseían los nativos, los cuales también eran agraciados con pesca abundante.
Sin embargo, Walakea advirtió a Marsh que dichas riquezas no eran gratuitas. Para obtenerlas, tenían que sacrificar a muchos de sus jóvenes en un islote cercano, el cual había surgido de las aguas y aún mostraba ruinas con relieves que mostraban a seres parecidos a peces o ranas. Por otro lado, Marsh descubrió cómo, haciendo una serie de tratos (los cuales se plasmarían en los votos de la Orden Esotérica de Dagón), los habitantes llegarían a ser inmortales al transformarse con el tiempo en ese tipo de seres, excepto por muerte violenta. Curiosamente, Walakea era uno de los pocos habitantes cuya sangre no estaba mezclada con la de los Profundos, ya que al ser de familia real, sólo se había casado con otras personas pertenecientes a la realeza de otras tribus. En todo caso, Walakea ofreció a Marsh un objeto de plomo por el cual podría convocar a los Profundos recitando conjuros, siempre y cuando estuviera cerca de uno de sus nidos.
Obed Marsh partió de la isla después de que los habitantes hubieran descubierto qué ocurría y tomaran cartas en el asunto, utilizando símbolos mágicos que repelían a los Profundos, no dejando ni una huella de lo que había ocurrido.